martes, 20 de marzo de 2007

LIBRO

Agencia TELAM


Nuevo libro: La sociedad incorpora al medio ambiente como eje de la protesta

El periodista Sergio Federovisky, quien recientemente publicó un libro relacionado con estos argumentos, asegura que hoy en día las sociedades demandan constantemente a los Estados que se ocupen de solucionar problemas relacionados con el hábitat.

Mora Cordeu
En "El medio ambiente no le importa a nadie", el periodista Sergio Federovisky describe los principales desastres ecológicos que sufre la Argentina, pero además utiliza tres casos emblemáticos para ejemplificar cómo la gente demanda hoy soluciones al Estado y pone el tema ambiental como eje de la protesta. "La aparición de masivas manifestaciones populares que ubican al medio ambiente como eje de su discurso y de su reivindicación es un dato novedoso, que revela la existencia de una subjetividad diferente, y como tal hay que registrarlo", apunta Federovisky en el libro, recién publicado por Planeta. El plebiscito realizado en Esquel (Chubut) en 2003, que interrumpió el proyecto de una mina de oro en el lugar; la resistencia de los vecinos de Gualeguaychú ante la radicación de una papelera y la actitud de vecinos de Caballito en contra de la construcción de torres en el barrio "son casos que comienzan a mostrar un cambio", sostiene el autor. En primer lugar, Federovisky en diálogo con Télam, señaló que "el volumen que implica cada uno de estos casos, revela que es muy discutible la idea de que la permanencia en el tiempo de los problemas ambientales se debe a la falta de conciencia como muchas veces se sostiene". "También se demuele la vieja muletilla de que el tema del medio ambiente es una prioridad número cien porque la gente primero quiere resolver sus cuestiones más básicas -subrayó el periodista-. El tema ambiental aparece como una postergación necesaria. En realidad es una coartada largamente utilizada para que los gobiernos no se ocupen del problema". En estos ejemplos, desarrollados en el libro recién publicado por Planeta, "el tema del medio ambiente está puesto incluso por delante del supuesto beneficio del progreso", que implicarían las actividades económicas cuestionadas. Lo novedoso de estos casos, "es que no se va en contra de una empresa, la gente ubica al Estado como el verdadero responsable, debe satisfacer a los consumidores", dijo el autor y mencionó los estudios realizados por Ignacio Lewkowicz sobre el cambio de relación entre la sociedad y el Estado. Lo que verifica Lewkowicz son dos transformaciones paralelas y hasta consustanciales: "la conversión de los Estados-nación en técnico administrativo y la conversión simultánea de ciudadanos en consumidores". Aludiendo a la reforma de la Constitución de 1994, el periodista aclaró que como todo contrato social la constitución pone sobre el papel lo que ya está instituido en la realidad. Lo que hace es verificar y subrayar que hoy la sociedad demanda al Estado en tanto agente para satisfacer determinadas necesidades: pide luz, gas, teléfono y medio ambiente". En el caso de Esquel, "la gente reacciona frente a la posibilidad de la contaminación, no pone el acento en lo económico. Un criterio desarrollista bastante básico que prevaleció durante la década del 50, 60, y entrados los 70: la contaminación era un subproducto indeseable pero obligatoriamente aceptado de la industrialización". "La sociedad está demostrando hoy, que al menos esta escala de prioridades entró en un cono de dudas. Hay grupos de personas que eligen perderse la posibilidad del progreso con tal de no atravesar la amenaza de la contaminación", consideró el periodista y biólogo. Para Federovisky, "Gualeguaychú es un reflejo de esa forma de pensar, la gente del lugar dice: ’a mí no me importa que me garanticen que Botnia va a largar agua bendita al río, yo simplemente no quiero atravesar por la amenaza que no resulte de ese modo. Prefiero evitar la promesa del progreso con tal de no tener que correr ese riesgo". "De manera instintiva la clase política siempre piensa que hay un margen político para negociar y el desafío que le impone la gente de Gualeguaychú es que no es algo negociable. Un principismo tal vez poco táctico, pero habla de valores que no se negocian. Esto es novedoso -reiteró-. La incorporación del medio ambiente en el inconsciente colectivo".
La reacción de los vecinos de Caballito por la construcción de torres en el barrio "obliga al gobierno porteño a modificar su postura". "El gobierno porteño no tenía previsto ni rediscutir el código de planeamiento urbano, ni la localización de las torres, ni siquiera considerar la variable del colapso sanitario como un elemento a justipreciar a la hora del desarrollo urbano. Todo esto se lo impone en la agenda la protesta de la gente del barrio", manifestó el periodista ambiental. Federovisky anticipa que se abre una gran discusión sobre qué papel va a adoptar la justicia en la cuestión ambiental, habida cuenta que no hay demasiado registro, más que teórico, de la incorporación del concepto de derecho precautorio. "El derecho precautorio todo el mundo lo invoca como la quintaesencia de lo ambiental. Una actividad debe cesar si se sospecha que pueda causar algún daño cuando en la práctica esa mirada legal nunca se aplicó. Y en el caso de Caballito empieza a estar en discusión", explicó el periodista. "Hay jueces que dictaminan un amparo tomando ese concepto, porque dicen que la propia Constitución habla de resguardar el bien que presuntamente pueda ser dañado desde el punto de vista ambiental. Y hay otra biblioteca legal que dice: hasta que no aparezca el cadáver yo no puedo hablar de crimen", concluyó.

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