domingo, 5 de agosto de 2007

QUILMES CONTRA LA CONSTRUCCION INDISCRIMINADA

Quilmes está de luto

En inglés la diferencia entre house (casa en el sentido material de la estructura) y home (hogar, donde se vive) es clara y tajante, no ocurre así en castellano. Home además de designar un “lugar” físico también tiene el sentido más abstracto de un “estado de ser”. Home reúne los significados de la casa y de sus habitantes, de la residencia y del refugio, de la propiedad y también del afecto.
Cada una de las moradas protege un algo trascendente, un secreto, eso que a través del tiempo sigue latiendo en lo profundo de un ensueño tal vez colectivo.
¿Qué implica significar nuestra casa por sus olores, imágenes y gustos? ¿Cómo se explica que sus ruidos y textura me permiten conocerla? ¿Qué un recuerdo, un olvido, un sentimiento la puedan invocar?
Desnaturalicemos por un momento la cotidianidad de la ciudad, y detengámonos a hacernos preguntas. Paremos la dinámica, la fábrica de cerveza, los tribunales, las escuelas, los comercios, los bancos…y miremos a nuestro alrededor.
¿Qué está pasando en Quilmes? ¿Qué ocurre con nuestra sensibilidad? ¿Cómo es posible que no se huela el olor a muerto?
Lo que surge a continuación, es el relato de un episodio con M, una mujer del centro de Quilmes, que vendió su casa para la demolición: “Estábamos conversando con M en el living de su casa, ella describía sus innumerables plantas, cómo las cuidaba, cuáles eran los trucos para que crezcan sanas y vigorosas cuando de pronto el timbre nos interrumpió. M acudió a su llamada y, luego de intercambiar unas palabras con un hombre, regresó con una expresión apenada, triste. Ahí fue cuando nos contó -“Vinieron de la inmobiliaria a colocarme el cartel de venta”-. M no pudo continuar el diálogo, se sentó en una silla y exclamó -“qué momento…no pensé que me iba a poner tan mal…no sé qué decir-” Hoy esa casa es un edificio en construcción.
Creemos, humildemente, que llegó la hora de la reflexión, de prestar atención a un fenómeno que nos está royendo. Reflexionar sobre la comunicación y el espacio en la experiencia de habitar nos obliga a abrir el rango de sensibilidad para conocer e incorporar a las sensaciones, la imaginación y el afecto como otras vías genuinas para nutrir nuestra aprehensión de la realidad. La casa se piensa, se huele, se palpa, se degusta, se escucha, se quiere, se odia, se sueña…la compra venta de una casa viva no es sólo una transacción.

La casa en la góndola

En estas épocas de consumismo salvaje, hablamos de la casa y pensamos en metros cuadrados, en números, en nombres de calle, en cantidad de ambientes, en precio, en categorías (A, B, C1, C2), en bienes raíces... olvidando, o encubriendo, todas las demás instancias que entran en el acto de habitarla.
Estamos viviendo una época en la que se trasladan modelos de vivienda de un lado a otro, en la que se “copian” formas que se estiman “exitosas” a los beneficios del mercado. Hoy la casa es un bien capital en el mapa de las posesiones de sus dueños. Se piensa en “producir” viviendas con el menor gasto posible y alojar, en esta estrategia, muchas vidas en poco espacio. Crecen las torres verticales e infinitas, los compartimentos con ambientes cada vez más estrechos, crecen las “cocheras viviendas”, los monoblocks, crece la población y las villas miseria. Se expande el diseño de vanguardia, el confort y el snobismo. Seriación, repetición, y a menor espacio más alojamientos.
Lo importante no es la casa como mera forma, sino la forma cómo se la habita. Cada modo de habitar es singular y único porque depende de la huella con la que cada habitante haya marcado el espacio, de esa cuña que cada uno ha dejado en su vivencia, en su disfrute, en su memoria de hogar.

Síntoma espacial

Lamentamos los valores alterados, confundir decadencia con progreso, destrucción con “Konstrucción”. Lamentamos los síntomas que exhibe nuestra ciudad, de repente se pobló de mercenarios… gente extraña que desembarcó para dominar, clavando las banderas de la conquista ¿Quiénes son?
Gente vulgar, sin estilo, sin buen gusto…que desconoce el valor estético de la arquitectura, que no sabe apreciar las formas y sus mensajes, lo bello, lo antiguo, el legado, la historia. Gente a la que el poder le vino de regalo, jóvenes acomodados que al ver las montañas de dólares se olvidaron de crecer, si por crecer se entiende el cultivo de una vida espiritual digna. Una lástima….pena por ellos. Jóvenes cuya misión podría ser procurar la evolución de la ciudad, forjar su destino, trabajar por ella, hacerla crecer, recuperar su memoria…que
Estamos en manos de chicos que juegan al estanciero.
Después están los adultos, viejos zorros, algunos con plata y otros muertos de hambre, que se pasan buena vida en los cafés, trabajando no se sabe en qué. Se ven hombres desde las vidrieras que se ríen, 4x4 polarizadas que salen arando, sus mujeres en las peluquerías con raros peinados nuevos. Buitres, que mientras dan la vuelta al perro por Alsina, la barranca, Brandsen… sus ojos sangran de apetito, buscando aquellos terrenos susceptibles de ser edificios, tienen sed…sus miradas supersónicas pueden ver torres donde hay casas, pueden verlas cadáver mientras respiran. Y tienen plata, y convencen a los vecinos que la necesitan. La oferta parece buena: la casa de toda la vida por un departamento lujoso, la casa de toda la vida por un pozo.
Todo alguna vez vuelve a caer, vuelve a demolerse, sobre todo cuando estamos hablando de castillos de naipes, que con un soplido se derrumban. Todo alguna vez retorna a su lugar….no presiento buen destino para los mercenarios, menos para los jóvenes que gozan de eso hoy. Tal vez en uno años Quilmes se libere de ellos o ellos de Quilmes, quizá se aburran de la ciudad que engendraron (el paisaje no va a ser muy feliz…y al sol le va a costar filtrarse entre los huecos de las torres), tal vez se refugien en sus countries, jueguen golf, o se alienen en actividades que le hagan olvidar de su soledad. La gente que hoy tiene sed, y bebe rico….mañana va a lamentar su profundo desosiego, y beberán el veneno de su recuerdo, de su memoria inolvidable, por cargar en su conciencia con el asesinato de una ciudad. Más allá de las diferencias económicas que nos distinguen entre sí, todos somos humanos, todos somos habitantes, todos en el fondo buscamos ser felices. La plata engaña, crea la ilusión de estar saboreando el goce de la conquista, pero el ocaso llega...y sino llega las ruinas los delatará. No olvidemos que el espacio es un testigo histórico, que acumula marcas y memoria.
¿Me pregunto dónde quedan las voces de aquellas atmósferas que ahora gritan desde los escombros de esta ciudad convertida en cementerio? ¿Puede una home demolerse sin dolor? Se escuchan gritos, se oyen voces…se busca consuelo, conciencia, ayuda, participación… Quilmes está de luto.... asistamos a su responso.


QuilmesUnido.
Integrante de la Red Verde Ciudadana.

No hay comentarios.: